La autonomía en las personas mayores
Alicia Martín Torres
Publicado el 29 de noviembre de 2022
La autonomía es la capacidad humana para tomar decisiones y gobernar las propias acciones con libertad. Por ello, decimos que todas las personas pueden mantener la autonomía o cierto grado de autonomía, tengan o no ligada una dependencia.
¿Cómo podemos fomentar la autonomía?
Hay tres pilares básicos a la hora de comprender y atender a las necesidades que presenta una persona mayor: la familia, los profesionales y el entorno (físico y social). Con el objetivo de velar por su autonomía y su calidad de vida, todos ellos deben de escuchar, interpretar y comprender las necesidades de esta persona.
En primer lugar, la familia. Es muy importante su implicación activa en todo el proceso, ya que forman parte de la historia de vida, por lo que conocen hechos, gustos y preferencias de la persona adulta mayor. Representa una parte de la red de apoyo de la persona y a menudo es la que está más comprometida con sus cuidados y atención.
En segundo lugar, los profesionales que atienden a la persona. En la búsqueda de una atención individualizada, deben interesarse por la comprensión de las necesidades. El modelo preferible es el de Atención Centrada en la Persona, en el que se reconoce el papel de la persona como el eje central en su atención, no actuando como mera receptora en los servicios, sino siendo una parte activa y fundamental en ellos.
Por último, el entorno físico y social. Por un lado, el entorno físico, se refiere en general a las barreras arquitectónicas que nos encontramos, tanto dentro de casa como fuera. Con el uso de productos de apoyo que existen actualmente para el hogar, podemos mejorar notablemente la autonomía de la persona, así como mejorar la independencia en la realización de las actividades básicas de la vida diaria que permiten que la persona pueda realizar una actividad sola, de manera autónoma.
Recuperar la autonomía en las personas mayores
Una de las posibilidades es en relación a la movilidad en la vivienda para permitir que la persona acceda libremente a las diferentes estancias de la casa, así como su adaptación. La más común es el baño con duchas accesibles, asideros, elevadores de baño, entre otros. Otra estancia común es la cocina, adaptada para su uso con silla de ruedas, bajando los muebles y adecuando los sistemas de apertura, grifería y almacenamiento. Pero actualmente, gracias en parte también a la tecnología, existen numerosas modificaciones que se pueden realizar para mejorar la calidad de vida de la persona dependiente, como son cambiar la anchura de las puertas y/o el tipo de pomos, la altura o los tipos de interruptores, incorporar luces automáticas o sensores de movimiento, etc.
Otras opciones más sencillas pero que facilitan igualmente la vida de una persona con algún tipo de limitación son: retirada de alfombras para evitar tropiezos; uso de guías de cable para anclarlos a la pared y evitar su manipulación o el tropezar con ellos; organización de las estancias para mejorar la orientación de la persona; disponer de lo necesario a su alcance; entre otros.
Por otro lado, el entorno social, que tiene que ver con las personas con las que compartimos espacios, barrio, tiendas, supermercados… No es un entorno cercano, pero igualmente puede intervenir en la autonomía de las personas. El entorno social, depende de cada individuo y de su implicación con el bienestar de las personas que tienen a su alrededor, sean o no conocidas o familiares. En esta ocasión, lo más importante es la empatía.
Igualmente, el Estado y las organizaciones públicas tienen un papel fundamental para brindar que no existan barreras arquitectónicas en las calles (amplitud y rebaje de las aceras, semáforos sonoros…), pero también espacios sociales y comunitarios, programas de concienciación y aporte social y programas inclusivos y educativos.
La autonomía en las personas mayores, cuando existe una dependencia, ya sea física y/o cognitiva, depende de muchos factores, pero en gran medida depende de todos y cada uno de nosotros, dotando de la importancia que merece y actuando con empatía.
Alicia Martín Torres
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