Importancia de la autonomía en nuestros mayores

A menudo, cuando cuidamos de una persona dependiente tendemos a centrarnos en los aspectos más clínicos o más funcionales, en vez de fijarnos en las actividades y tareas que tenemos que hacer con la persona y como son sus rutinas y necesidades. Incluso, algunas veces nos olvidamos de lo más importante: tener en cuenta a la propia persona, su historia vital, sus intereses, gustos, preferencias y su propia opinión.

¿Qué es la autonomía?

La autonomía es la capacidad humana para tomar decisiones y gobernar las propias acciones con libertad. La Ley 39/2006 de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia (LAPAD), la define como “la capacidad de controlar, afrontar y tomar por propia iniciativa decisiones personales acerca de cómo vivir acuerdo con las normas y preferencias propias, así como desarrollar las actividades básicas de la vida diaria”.

Lo contrario de autonomía es la heteronomía. Es común confundir autonomía con independencia, siendo la independencia el mantenimiento de la capacidad funcional de las personas para poder realizar por sí mismas las actividades de la vida diaria. 

¿Puede una persona ser autónoma siendo totalmente dependiente?

La respuesta es sí. Siempre y cuando mantengamos la autonomía fomentando la capacidad de decisión, respetando la forma en que la persona, por muy dependiente que sea, quiera vivir y ser cuidada. 

Cuando hablamos de la autonomía en nuestros mayores, no hablamos de una capacidad absoluta, no se tiene o no se tiene. Hay personas con afectación cognitiva en las que su autonomía se puede ver afectada, en mayor o menor medida. En estos casos, debemos mantener y/o fomentar su autonomía teniendo en cuenta sus gustos y preferencias, su historia vital y lo más importante: pidiendo opinión, dialogando cuando hay dudas, dando seguridad y conocimiento a la persona para que pueda decidir y se sienta incluida en el proceso y, por tanto, respetada. 

Autonomía y dignidad

La dignidad es el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Categorizada como inviolable, es el derecho a ser respetados con nuestras características y condiciones personales. A veces, con los gestos más simples dotamos a las personas que cuidamos de poder de decisión y con ello de dignidad, la dignidad de ser cuidados de la forma que queremos en cualquier etapa o circunstancia vital, que está relacionada totalmente con la autonomía. Es esencial cuidar fomentando la autonomía de las personas sea cual sea su nivel de dependencia. En el caso de suprimir la autonomía, estamos anulando en consecuencia a la persona.

En conclusión, es muy importante para la vida de las personas que cuidamos que les brindemos poder, autoestima, valor, decisión y criterio. Con pequeños gestos, el impacto en la persona es fuerte, positivo y significativo.